domingo, 21 de noviembre de 2010

Selene

(Por Miguel Silva Blanco) Has llegado nuevamente esta tarde de noviembre de gélidas lluvias y eterna soledad. Con irradiante sonrisa en cada paso traes aliento fresco y tu perfume inunda mi pequeña habitación; el viento gozoso con tu presencia ha invadido mi casa agitando hojas impregnadas de versos que eternizaban sueltas en un costado de la ventana que alborozadas vuelan una a una hasta quedar esparcidas en el piso revelando textos borrosos que desisten a desaparecer, como un corazón sangrante que se aferra a la vida tratando de encontrar su equivalente que le haga posible su existencia.

Mientras recostado sobre mi cama fría leo un artículo de Lance Armstrong en un viejo libro que conseguí en la esquina, pero que es muy interesante y que alguna vez te recomendé leer; has llegado a mi mente luciendo rizada cabellera y sonrisa eterna, irrumpiendo mi tranquilidad para reflejarme memorias de hechos maravillosos que muchas veces disfruté contigo, acciones bellas de repetirse cuantas veces sea necesario.

La memoria retrocede el tiempo y me recuerda aquella campaña en la que participamos y que tuviste un mal concepto de mí; las actuaciones de Yoyo y Yiyo la que vimos en una cabina de internet y después en tu cuarto; a la niña inquieta que merodeaba la habitación tratando de descubrir lo nuestro y que me hizo pasar varias horas en el frío de la noche; y como aquella vez que nos reímos hasta el cansancio cuando a una amiga le cayó la pelota en la pierna y terminó llorando.

Esta vez, has llegado temprano para avivar mis sueños y resucitar esperanza; has llegado despertando ilusiones que agonizantes se desvanecían en el tiempo, pero negándose a desaparecer intuyendo ser cobijadas en algún corazón abierto dispuesto a amar. Hoy tu presencia fulgura una manera diferente de vivir expresando distintas formas de amar; has llegado avizorando un futuro diferente diciendo que lo vivido son acciones hermosas que permanecerán en la retentiva y el tiempo y que volverlas a sentir ocasionaría tanta felicidad como lo fue en su momento.

Una tarde cuando platicábamos lejos del ruido de la ciudad, comprobamos aquello que dice: que el sufrimiento es esencial para disfrutar la vida y que por extraño que parezca es una bendición. Mientras tus manos inquietas corren tus dedos en mi desordenado pelo y me cuentas historias inventadas que llenan mis pupilas de llanto, comprendo que el éxito y la felicidad está entre nosotros esperando que la revelemos con responsabilidad y la disfrutemos plenamente cuyas acciones regocijen nuestras almas y completen la felicidad como ya lo demuestra tus acciones y lo expresan tus labios.

Selene: tu presencia ha cambiado mis horas de soledad y hastío por eternos días de convivencia y felicidad. Desde que te conocí he seguido la huella de tus pasos buscando andar juntos; he caminado estrechos, acantilados, escabrosos laberintos, hasta llegar a pináculos que alguna vez soñé alcanzarlos y que no hubiese sido posible sin ti. Selene, he buscado tu alma para seguir tu ideología, para amar eternamente y caminar en un solo horizonte como son tus deseos y también los míos.